jueves, 19 de abril de 2012

Seis. Y punto.

Seis: el segundo número que viene después del cuarto. Como cualquier físico que se precie, uno sabe que lo importante no son los números. Los valores concretos sólo son una cuestión de escala y unidades. Lo relevante con los números son las relaciones entre ellos y la interpretación, el significado que uno les dé.

Hoy, 19 de abril de 2012, han pasado seis años desde el 19 de abril de 2006. No encontrarán ustedes en este blog ninguna entrada de aquel día, porque fue un día ajetreado. Tal día como hoy hace seis años, un servidor llegaba a Copenhague con su vida metida en una mochila. Tendría problemas para decir cuanto queda de aquella persona. La mochila sigue existiendo; pero la vida ya no coge en ella. O quizá le sobre espacio, según se mire. Si quieren ustedes una reflexión o recapitulación, les invito a que tiren del Archivo, aquí a la derecha, y saquen sus propias conclusiones sobre estos seis años. Un servidor, ni quiere ni puede elegir entre tantos momentos memorables y desencuentros, entre tantas personas halladas y perdidas, entre tantas cicatrices y sonrisas. Me las voy a guardar todas al otro lado del espejo.

Seis años. Quién lo hubiera dicho. Cuatrocientas sesenta y cinco entradas y ésta, la cuatrocientos sesenta y seis, es la última. Bitácora a cumplido sus objetivos y satisfecho de sobra mis expectativas. Hoy, después de seis años y aprovechando que mañana vuelo con destino a diez días de vacaciones, voy a poner punto final a este blog.

Uno de los grandes logros de Bitácora ha sido dar una voz única a diferentes aspectos de mí y de mi vida. Fue una revelación personal encontrarme hablando con la misma voz a mis padres, mis amigos de toda la vida, amigos más recientes, alumnos y semidesconocidos varios. Ahora, después de estos años, descubro que vuelve a haber piezas de mí desperdigadas por aquí y por allá. Es hora de volver a reunirlas. Es del momento de reinventarme. Bitácora debe de dejar tiempo y espacio a otros proyectos. Hay que de abrir las puertas virtuales a otras partes de mi vida.

Me siento incapaz de expresar la importancia que este blog ha tenido para mí. Dudo que pueda transmitir a mezcla de emociones que me genera ponerle punto y final. Tristeza. Orgullo. Optimismo. Nostalgia… Y entusiasmo. Porque no crean ustedes que se van a librar de mí así como así. A partir de ahora, si les place, pueden ustedes pasar a verme por aquí:


Me mudo de Blogger a Tumblr; uno, porque me apetece, dos, por razones estéticas y, tres, porque hay que empezar a desgooglelizar servicios. El objetivo principal es deconstruir mi identidad virtual e ir ensamblando nuevas dinámicas, una inmediatez no-lineal, un cerebro bilingüe. Abrir espacios para más fotografías y videos, flirtear con periodicidades aleatorias, parir textos más cortos y, quizá, viscerales. Y… Y… No quiero predecir ahora mucho más. Veremos que surge. Veremos qué aprendo en esta nueva aventurilla.

Ha sido un placer. Un gran placer. Es hora de ponerle a Bitácora un muy digno punto final.


Imagen: El Holandés Errante, desconozco el autor; pero la he sacado de aquí.